El Jurista (Ulrich Zasius)
El Jurista (L’Avvocato) es un óleo sobre lienzo del pintor italiano Giuseppe Arcimboldo que se conserva en el Museo Nacional de Estocolmo.
El cuadro corresponde al grupo de “retratos ridículos”, alusivos a diversos gremios. La intención del artista en este caso parece clara: los rasgos de la cara están representados por un ave de corral desplumada y la boca desdeñosa por un pez. En El Orador, Cicerón decía que el rostro es el espejo del alma.
Arcimboldo, hombre de fina cultura, fue pintor de cámara de Maximiliano II de Habsburgo y ya estaba bien establecido como artista cuando realiza esta obra. Se especula sobre si alguna de sus caricaturas pudiera haber tenido un referente personal.
No faltan motivos para la desconfianza: desde esa justicia que complace al Príncipe, hasta aquellos abogados sin los cuales no sería posible la corrupción de nuestra sociedad. El escritor Ambrose Bierce, en su célebre Diccionario del Diablo, definía al abogado como un profesional «especializado en burlar la ley», a quien se otorga -legalmente- ese derecho. En fin, un Hermes “ad vocatus”, un tramposo deificado.
Este retrato lo es también de una parte de la sociedad aunque, como en tantas otras ocasiones, nadie se sentirá reconocido al mirarse al espejo.
Erudito en materia de ciencia, son menos conocidas sus ilustraciones de fauna y flora de diversos continentes, como las que le encargó el boloñés Ulisse Aldrovandi. Representó flores, frutas, pájaros, peces y animales terrestres con igual cuidado. La distinción que mantenemos hoy en día entre el arte y la ciencia en relación a la naturaleza no era tal en la época de Arcimboldo.