Ángel González, dos poemas.

Oviedo. Parque de Vallobín. En recuerdo del poeta ovetense leemos, en la plaza que lleva su nombre, algunos de sus poemas.

El primero que se reproduce, El otoño se acerca (El otoño y otras luces, 2001), es una reflexión sobre el tiempo, un tiempo que pasa, que asedia el reducto de la vida. Poesía desde el crepúsculo: con la conciencia del extraordinario valor de todo aquello que empieza a escasear.

El segundo, Inmortalidad de la nada (Breve muestra de algunos procedimientos narrativos, 1976), contrapunto al tono elegíaco del anterior, nos recuerda -con clara influencia horaciana- que aquel momento vivido con plenitud, lo que ha ardido, todo lo consumado en el amor, estará ya siempre fuera del alcance destructor del tiempo. Al decir del poeta romano en sus Odas: lo que colmó el fugaz momento, cumplido está para toda la eternidad.

Aquella luz que iluminaba todo
lo que en nuestro deseo se encendía
¿no volverá a brillar?

El otoño se acerca

El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.
Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.
Y lo perdimos para siempre.

Abandona cuidados:
lo que ha ardido
ya nada tiene que temer del tiempo.

Inmortalidad de la nada

Todo lo consumado en el amor
no será nunca gesta de gusanos
.

Los despojos del mar roen apenas
los ojos que jamás
—porque te vieron—,
                                        jamás
se comerá la tierra al fin del todo.

Yo he devorado tú
me has devorado
en un único incendio.

Abandona cuidados:
lo que ha ardido
ya nada tiene que temer del tiempo.

Bibliografía.

González, Ángel (2018). La primavera avanza. Antología. Madrid. Visor.

González, Ángel (1998). A todo amor. Antología personal. Madrid. Visor.