En tren, dos poemas: Agustín García Calvo y Antonio Pereira

¡Este placer de alejarse!

Materia poética donde la haya, el tren está cargado de significados humanos. Viajar por la vida ligero de equipaje. Vivir el territorio respetándolo. Buscar la aventura cuando importa el camino, y no solo -ni principalmente- el destino. Interesarse por la peripecia humana. Buscar, en fin, en el tren, libertad verdadera, frente a la supuesta libertad personal del coche. Viajemos por ocio o por trabajo, hay muchos motivos para cantarlo y para reivindicarlo: no condenemos el ferrocarril, advertía García Calvo, a la Historia y a los Museos.

Canción 43. Agustín García Calvo.

Aquí se vive: ese tiempo
es nuestro
.

¡Qué bien se está en esta fonda
de la estación
de Medina del Campo!,
uno no sabe ni cómo
ni para qué
ni de dónde ni cuándo.
Un tren que medio dormido
te deja aquí
a las dos o a las cuatro,
a la una y cinco, a las cinco
y veintitrés
o a las tres menos cuarto,
saldrá otro tren a las siete,
quizás a las seis
y cuarenta. Esperamos
sin esperanza ni miedo
y sin saber
muy bien ya qué esperamos.
Aquí se vive: ese tiempo
es nuestro: es
de una edad sin pecado.
Acaso dos cafeteras
nos echen un
chorro negro, uno blanco;
y lentamente en la taza

mojando vas
no sé qué bollo pálido,
si masa vieja o reciente,
y qué más da
si caéis cabizbajos
o alzáis los ojos alerta
sobre este mar
de las tablas de mármol:
al fondo, de talla y roble,
el mostrador,
y discreto el escándalo

de las cucharillas, voces,
ronquido, tan
desvalido: en lo alto,
las lámparas de oro tuerto,
que cada vez
más se van asombrando
de cuánto es su luz inútil:
pues ello es

que (ya ves) por el vano
de puertas y de vidrieras
de par en par
va la aurora montando
a lomos de los silbidos
de tren o tren.
No, no es del trabajo
el tiempo que aquí te sirven,

tampoco del
sueño de su descanso:
le ha sido robado al mundo;
así que tú
aprovéchate, hermano:
pide agua o azucarillo,
y apura bien
hasta el fondo tu vaso.


El pequeño tren. Antonio Pereira.

Te alabo, breve tren irrelevante,
…y canto tu belleza subsidiaria.

Alabo el tren pequeño:
dos vagones
de tablas barnizadas, con cristales
que cuadran los viñedos, con un timbre
de alarma que quizá no suene nunca,
con una mesa larga de Correos
donde clasificar las novedades,
con un furgón atrás para las cestas,
sin coches cama y sin más historias;
Lo manda un maquinista de Monforte,
lo atiza un fogonero de Monforte,
el revisor también es de Monforte,
Genaro es el cartero y es del Bierzo.
Dieciocho kilómetros diarios,
nueve y nueve contándole ida y vuelta,
para enlazar a tiempo con los grandes
expresos que conceden un minuto,
no es gran cosa, pero es la lanzadera
capaz de urdir la trama de los siglos,
pequeño tren de vía secundaria,
¡y a veces hasta fue considerado,
trayendo un premio gordo, o un ministro,
o el despojo de un duque recién muerto!
Te alabo, breve tren irrelevante,
pequeño tren, formado como tantos
hombres con vocación a la modestia,
y canto tu belleza subsidiaria.

Bibliografía:

García Calvo, Agustín (1981). Del tren (83 notas o canciones). Madrid. Lucina.

García Calvo, Agustín (1994). Progreso por ferrocarril. Regreso por carretera. Barcelona. Revista Archipiélago (18-19).

Pereira, Antonio (2022). Todos los poemas. Madrid. Siruela.

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